Sobre la paradoja de la libre elección
La libre elección es a veces promovida como un fin del feminismo y otras veces como un logro. Sin embargo, es necesario desmentir esta paradoja de la libre elección que se nos vende incluso como un regalo que el feminismo nos ha dado y por el que ahora deberíamos estar agradecidas. Paradoja porque es fácil hallar la contradicción, basta con encontrarse con mujeres que no tienen esa libertad de elección para sentirse totalmente absurda diciendo “lo importante es que tú puedes decidir”.
Si la libre elección era el fin de la lucha y ya hay un sector de mujeres que puede decidir sobre lo que quieren estudiar, sobre su vida profesional, sobre si prefieren casarse y criar a sus hijos e hijas en casa o prefieren viajar por el mundo entonces ¿ganamos? Este discurso solo cabe en un feminismo blanco, liberal y burgués que no reconoce otras realidades o que piensa que unas luchan por otras. Las mujeres que rompen el tal “techo de cristal” en sus empresas familiares ni luchan ni ganan por todas. Ya lo ha dicho Angela Davis: “cualquier feminismo que privilegia a aquellas que ya tienen privilegios está destinado a ser irrelevante para las mujeres pobres, mujeres de color, mujeres trans”. Es irrelevante, que las mujeres ocupen cargos de poder dentro de los espacios desde los que se oprimen a otros/as es irrelevante. Cada vez que una mujer rompe un pedacito de ese techo, hay otra haciéndose cargo del trabajo de cuidados que la primera dejó, porque el pedacito de vidrio no alcanzó para desarmar el sistema entero y es que tampoco tenía la intención.
El que yo pueda hoy tener más libertad de elección de la que tuvo mi madre o mi abuela se lo debo directamente a ellas y su esfuerzo acumulado como mujeres trabajadoras, al trabajo de mi padre con el que logró pagar mi educación, mucho más de lo que le debo al feminismo blanco. Se lo debo a la suerte de ser la excepción y en cualquier momento esa suerte me puede ser arrebatada si el país se va a la quiebra por una mala jugada del poder, la educación superior se privatiza o no puedo volver a acceder al trabajo porque tengo que cuidar de algún familiar enfermo. Porque los derechos y la supervivencia están garantizados para pocos/as.
La autonomía del cuerpo y la sexualidad es uno de los puntos clave del feminismo porque es necesario dejar en evidencia que el Estado en su forma actual dentro del capitalismo, tanto como otros sistemas históricos, han necesitado regular la natalidad, la herencia y la acumulación a través de regular el cuerpo de las mujeres. Por eso es una reivindicación histórica y un problema permanente tanto cuando el aborto se prohíbe como cuando se impulsa, algo que ha ocurrido en otros momentos y contextos históricos también. Esta lucha es necesaria y lograr derechos es una forma de resistencia. Sin embargo, pensar que la libertad para: decidir sobre la sexualidad, ejercer un trabajo, o decidir si depender económicamente de un hombre, están al mismo nivel que la libertad para decidir si maquillarse o no en un día de sol, es un grave error.
Apelar a la libertad de elegir la ropa que usar y depilarse o no, como si esto fuera equiparable a la libertad para decidir sobre el trabajo, el matrimonio y la sexualidad es absurdo porque los niveles de coerción no son los mismos. Decidir entre vender golosinas en la calle, mendigar o ejercer trabajo sexual en una esquina de un barrio bajo de la ciudad no puede ser romantizado, son opciones posibles solo en las condiciones vulnerables y sistémicas bajo las que vive esa mujer ¿Es esa una libertad defendible? ¿Seríamos capaces de decirle “lo importante es que es tu decisión”? Decidir si ser una tradwife o una mujer que trabaja y produce su propio dinero no puede ser una opción que le vendamos en forma de feminismo a una mujer inmersa en un noviazgo violento que se va a casar para depender luego, ella y sus hijos/as, de ese hombre.
La presión estética, los cánones de belleza vienen del sistema patriarcal y tienen un efecto negativo sobre las mujeres, sí. Pero la industria de la belleza o del entretenimiento pueden cambiar, pueden permitirse ser inclusivas – claro que con sujetos/as sin posturas políticas-, pueden aprovecharse y venderte nuevamente la diversidad porque somos “un nicho” que compra. Este cambio, en el fondo, no genera gran daño al sistema más allá de una discusión cultural fácilmente reversible. Por otro lado, el sistema capitalista y patriarcal no puede sobrevivir si los géneros, razas, pueblos y clases alcanzasen la igualdad porque es el sistema de la acumulación se sostiene por la explotación de unos/as a otros/as.
“El feminismo es un mundo critico del poder, no una teoría de la elección individual” dice Ana de Miguel, incluso ella desde su visión hegemónica que habla de la mujer sin diferencias. Hay que criticar el poder y las estructuras, no caer en el discurso y las prácticas individuales. Así que mi mensaje es: siéntete libre de escuchar la música que desees, de vestirte como te guste, de maquillarte o depilarte. No todo lo individual requiere ser justificado políticamente y esas decisiones no son evaluadas por algún feministómetro. Pero sí plantéate mucho mejor lo que puede pasar si no trabajas y tienes tu propio dinero, si eso implicará ceder el control de tu vida. Plantéate si las opciones realmente están disponibles para todas las mujeres y quiénes deciden aún dentro de un marco mucho más explotador y coercitivo. No cabemos todas en un solo discurso, no queremos lo mismo, no luchamos por lo mismo, no nos representamos unas a otras y no existimos como sujetas separadas de otros colectivos.
Cierro con las palabras de Catalina Ruiz en su trabajo sobre la maternidad subrogada: “La posibilidad de elegir entonces no es un fin en sí mismo, sino un indicador de cuánto poder, autonomía y libertad tiene esa persona”. Sigamos hablando de un feminismo consciente y crítico del poder, hablemos del privilegio y libertad que tienen unas mujeres, todo construido sobre la vulnerabilidad y opresión de tantas otras a quienes se les exige existir y decidir vendiéndoles una realidad que no es la suya.
Fuentes
Capítulo “Gesta por sustitución: prohibir o regular» del libro DESEADA: maternidad feminista, de Catalina Ruiz-Navarro. Publicado en Revista Volcánicas: https://volcanicas.com/gestacion-por-sustitucion-regular-o-prohibir/
Neoliberalismo sexual. El mito de la libre elección, de Ana de Miguel.
Angela Davis. Conferencia en CCCB: https://www.cccb.org/en/multimedia/videos/angela-davis/227656